Otro artículo de Donato Ndongo, que apareció en Mundo Negro
Aunque está claro que el camino actual del mundo no parece apuntar hacia frases como la del titulo de este artículo, no hay que olvidar que depende de nosotros, de todos y cada uno de nosotros.
Este mundo que vivimos no es así desde siempre, no nació así, no existe desde que el mundo es mundo...es el resultado de las acciones de mucha gente y las políticas del pasado. Acciones puntuales o colectivas de la gente que hoy nos quejamos quizás haga que dentro de un tiempo las cosas no sean iguales. Quien sabe.
Si nos detenemos en los datos objetivos, podría creerse que África está al borde del colapso: son centenares de miles los que huyen de sus países para buscar la seguridad y la prosperidad que se les niega en su propia tierra, sin importarles los riesgos, que conducen a menudo a la muerte; la desertización se acelera, como consecuencia, entre otras, de la irresponsable tala de árboles que esquilma al ya exiguo bosque tropical, abocando a millones de personas al hambre y a la sed y agudizando la miseria; a las endemias tradicionales como el paludismo, se ha sumado el sida, que, según los últimos datos publicados, está desangrando al continente entero.
Este panorama -y citamos sólo algunos de los problemas más agudos de unos países ahogados también por las guerras, la represión y la corrupción- no invita al optimismo.
Si nos centramos sólo en la pandemia del sida, vemos que los datos son pavorosos: según Naciones Unidas, 5.000 maestros mueren cada año en Sudáfrica por esta enfermedad, que es causa de la defunción de medio millón de niños en todo el África subsahariana, y ha producido 12 millones de huérfanos; unos 50 millones de africanos han sido contagiados por el VIH en los últimos 20 años, de los cuales han muerto 22 millones; y las predicciones apuntan a que 45 millones más estarán infectados en 2010. Países como Sudáfrica, Malaui o Zimbabue están en una alarmante situación de emergencia, y en otros, como Guinea Ecuatorial, se esconden o se falsifican las cifras de afectados, en un ejercicio de hipocresía política verdaderamente criminal.
No deja de ser descorazonador que estas cosas ocurran en nuestro mundo indiferente y globalizado, en el que la fortuna de las veinte personas más ricas supera el Producto Interior Bruto de varios estados africanos. Pero siendo esto cierto, no caeremos ni en la ingenuidad ni en la demagogia, y creer que los propios africanos somos seres angelicales dominados por otras razas. Como hemos dicho a menudo, las causas de la miseria africana se sintetizan en la alianza perversa entre los racistas, los neocolonialistas y los dictadores locales. Cada africano debería poner algo de su parte para romper esa cadena. Del mismo modo que los habitantes de los países desarrollados pueden hacer algo más que una solidaridad de salón -destinada a lavar sus propias conciencias- para poner coto a tanto escándalo.
Por eso conservamos la esperanza. Igual que se terminó con la esclavitud después de varios siglos de comercio humano; igual que se consiguieron las independencias tras casi un siglo de opresión colonial, podemos aspirar a que finalice esta etapa, caracterizada por una egoísta y despiadada explotación de los recursos sin que importen ni los medios ni las consecuencias.
Será "poco realista", como dicen los pesimistas, o "mero voluntarismo", como apostillan los descreídos; pero no renunciaremos a mantener la fe en el género humano, quizá porque la utopía es nuestro único consuelo. Nuestro mundo debe mantener la ilusión de que el humanismo triunfará sobre el mercantilismo. Es posible, pues otras utopías también se han convertido en realidades asumidas por todas las culturas.
Por eso, los africanos tenemos que seguir buscando la complicidad de los occidentales de buena voluntad, en la seguridad de que esa alianza subvertirá los valores actuales, permitiendo el nacimiento de un mundo nuevo en el cual la justicia y la equidad sean posibles
4 comentarios:
Ayer en la tele un español emigrado a venezuela hace cuarenta años comentaba el problema actual de nuestro pais con la inmigración subsahariana.
Contaba que los españoles fuimos a América hace quinientos años, muchos compatriotas como él viajaron de nuevo allí décadas atrás. Millones de ecuatorianos, bolivianos, argentinos, colombianos... prueban suerte hoy en la vieja Europa. Mañana, su hija nacida en Venezuela quiere volver a la patria de su padre. "Al fin y al cabo - decía - el mundo es redondo, necesitamos unos de otros para seguir adelante".
Generalmente son los que han vivido la experiencia de tener que emigrar, los que mejor comprenden a los que ahora quieren venir a Europa. Sin embargo a algunos se les olvida muy facilmente que hace poco, el nuestro era también un pais que emigraba, y en sudamerica no nos cerraban las puertas ni construían vallas.
Por cierto, fijate si Europa se olvida de su pasado, que ahora tiene hasta una ley que permite retener a los inmigrantes (como delincuentes que son verdad?)durante hasta 18 meses, porquesí, porque salir de tu país "arrollado" para intentar ganarte la vida, es un delito.
Unos cuantos autores sudamericanos hicieron un manifiesto que no tiene desperdicio, sobre esto. Es uno de las primeras cosas que colgué en el blog. La verdad es que uno al leerlo y saberse europeo, baja la mirada y no sabe donde meterse. Se siente vergüenza de ser europeo la verdad.
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