26 de agosto de 2008

CUENTO DE LA PAZ

Este texto lo lei hace unos años ya en el diario 20minutos. Fue hace unos años, pero vale igual para hoy mismo ¿verdad?

Había una vez un mundo en guerra que enfrentaba al reino de la Tierra Sol contra la Tierra Luna. Sus reyes eran viejos y el ocaso de su vida se acercaba mientras la guerra seguía creciendo. El rey de Tierra Sol tenía tres hijos y necesitaba descubrir a cual de ellos cedería el trono cuando llegase la hora de su sucesión. Así pues, reunió a todos los eruditos y sabios del reino, acordando enviar a los tres príncipes en busca de un magno episodio para bien de su pueblo. El rey convocó a sus tres hijos y les dijo: “Sabéis que durante siglos el reino Sol y Luna mantienen una interminable disputa. Ha llegado el momento en que uno de vosotros realice tan honrosa hazaña que se haga digno heredero de mi reino. Aquel que dentro de un año regrese con la mayor victoria será nombrado Rey”

El mayor de los príncipes organizó un gran ejército y declaró la guerra a todo aquel que osaba renegar de su gobierno. Pero los vencidos se convertían en enemigos opuestos al poder. El segundo hijo se llevó oro y dinero, con intención de comprar a todos los Condes y Marqueses del reino y amasar una gran fortuna; conseguiría así el reino mas rico y poderoso. Pero cuanto más ricos eran sus aliados, más pobres dejaban por el camino, que nunca se unirían a su causa. El menor de los príncipes partió solo y caminó durante meses hasta que un día se encontró con otro joven aspirante heredero del reino Luna que también anhelaba una gran victoria. Comenzaron una cruel pelea interrumpida , después de varios días, al escuchar los muchachos un dulce sollozo que parecía provenir de un alma desesperada; aquella tristeza conmovió sus almas.

Se trataba de una dulce niña que lloraba desconsolada junto a la orilla del río que dividía los dos reinos. “¿Por qué lloras, niña?” preguntaron los muchachos. “No puedo unirme a mi abuelito, íbamos en busca de la fórmula de la paz cuando una horda de ejércitos y comerciantes derrumbaron el puente y quedamos separados” Los dos príncipes decidieron cortésmente aplazar su contienda para ayudar a la delicada chiquilla y a su abuelo. La fórmula de la paz se encontraba en la cima de un monte lejano. Por el camino, la niña transmitía ingenuamente sus ilusiones futuras, pero el experimentado abuelo le hacía volver a la realidad, explicándole que mientras durase la guerra, aquellas ilusiones no podrían verse cumplidas. Cuando llegaron a la montaña divisaron desde la atalaya ambos reinos, observando que las dos tierras eran iguales. La niña pregunto entonces a su abuelo, cual era la causa de la guerra.

“La ambición de los hombres que les hace enfrentarse y destacar sus diferencias”, contesto el abuelo.

Los príncipes, intrigados, preguntaron al sabio anciano: “¿Por qué los hombres se empeñan en buscar sus diferencias?”. “Si, los hombres luchasen por el bien común, y conviviesen con la armonía que propone la naturaleza, se acabarían las guerras, y los ambiciosos no tendría por qué luchar”, respondió el abuelo. “La venganza y el odio del pasado no dejan a los hombres descubrir que el futuro y la experiencia son fuente de sabiduría, semilla del amor. Aquel que siembre el amor verá brotar la fórmula de la paz, y la paz es la mayor de las victorias”. ¡Justo lo que anhelaban los jóvenes príncipes!

¿Sabéis quien gobernó aquel reino?. El hijo mayor en coalición con el segundo.

1 comentario:

Alvarito dijo...

jajajaja el final que desvela quien goberno es tuyo? o venia ya? jajajaja la leche